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Notícies :: especulació i okupació |
A los que no tenemos nada |
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per Educació Crítica |
13 mai 2017
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Parece que no aprendemos. La “crisis del ladrillo” no ha terminado y volvemos al mismo punto de partida. El círculo se cierra. Alquileres por las nubes, ciudades mudándose a la periferia de la periferia, grúas desengrasadas preparadas para una nueva época de trabajo intenso. Y entre todo eso, las personas vamos perdiendo dignidad y calidad de vida. |
Cuando hay una brecha, un hueco o una fisura el capitalismo se afana a penetrar con sus garras para alcanzar hasta el último espacio conquistable. Y no con sutileza, sino más bien con despreocupación. Nos pasa por la cara y no podemos hacer nada, o muy poco.
Nos han subido el alquiler. Y que podemos hacer? Cualquier acto de disidencia, de protesta o de lucha sabemos que tendrá el mismo final. Nosotros fuera del piso y otros inquilinos (foráneos esporádicos o conciudadanos con más dinero) ocuparan nuestro lugar.
http://educaciocritica.blogspot.com.es/2017/05/a-los-que-no-tenemos-nada |
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Comentaris
Pots explicar per què creus que perdem dignitat?
La dignitat no va relacionada amb el preu dels lloguers o un habitatge a la ciutat ... Els que vivim a les perifèries de les perifèries, som menys dignes o perdem dignitat?
En què et bases per afirmar això?
Las personas que vivimos en las periferias de la periferia no somos menos dignas, en ningún momento digo esto. No sé dónde lo ves. Pero que perdemos cada día un trozo de la posibilidad de una vida digna, de eso estoy seguro.
Puede que el debate también se centre en que entendemos por una vida digna, no lo sé...
El capitalismo lleva camino de desaparecer, (un estudio de cincuenta años que elabora una visión global de la evolución de la economía demuestra que los países desarrollados se están apartando de lo que hasta ahora se llamaba capitalismo), porque el factor de producción efectivo ya no es el capital, sino el conocimiento y las clases en la sociedad poscapitalista ya no serán proletarios y burgueses, sino trabajadores del conocimiento y trabajadores de los servicios. Como pueblo llano pillaremos más ostias que nunca ya que la diferencia será todavía más grande, hasta hacerse abismal, hasta no tener oportunidades de dejar de ser esclavos.
En tus palabras hay una afirmación, "las personas vamos perdiendo dignidad", que no es acertada, porque la dignidad no depende de lo que relatas que nos roban con ese relegarnos a las periferias de las periferias,
Simplemente eso...
Igual que tener que coger curros de mierda...
Y no me vengais con ostias de que la pobreza cambiar de barrio por falta de pasta o coger curros de mierda no resta dignidad a la persona, porque eso solo quiere decir que vosotros no padeceis estas agresiones del capital, aunque hableis mucho de ellas, y hableis de esos lumpen a los que nunca perteneceis o hableis de la clase precaria - subconjunto de la clase servil - a la que tampoco perteneceis.
Ale salud!(Cuando te llega una carta de apremio como preludio a deshauciarte si eres menos digno - la dignidad es un juicio de valor relativo a la sociedad a la que perteneces y oh, surprise surprise resulta que la pobreza e3n capitalismo es poco digna nos ha jodido). Arriba la lucha de los indignos, que los dignos adolecen de tener respeto social.
Según tú, y el autor del texto, las personas que se encuentran en el “umbral de la pobreza” o en la pobreza absoluta, “han perdido la dignidad”, y establecéis una relación directa entre el poder adquisitivo, la clase y status social, con la dignidad. Sin embargo a mi me parece que quienes pierden la dignidad son aquellas personas que se arrastran por el poder, por conseguir poder, ser parte de él, y que quienes se enfrentan a ese poder, y a quienes lo pretenden, defienden y luchan con su dignidad, más allá de su condición social de excluidxs.
Es decir, un educador, seguramente con unas intenciones de “ayudar” y mejorar, según su criterio, las condiciones de vida de las personas, percibe a quienes son objeto de su “ayuda”, como personas que “han perdido la dignidad”, que no es lo mismo que personas “indignas”, pues esa “categoría” sí obedece a criterios incluso morales. ¿“Indignas” de qué…?
Entiendo que desde una perspectiva marxista, pues se habla de “lumpen” y de “subconjuntos de clases”, es decir, “subclases”, se puedan expresar barbaridades de ese tipo, pues al “lumpen-proletariado”, desde esa “perspectiva marxista”, nunca se le consideró como sujeto revolucionario, sino más bien como “apestado” o incluso “contrarevolucionario” o “colaborador” del capital… Sin embargo, eso sí demuestra una distancia y desconocimiento de los contextos revolucionarios y las clases, pues, lxs desposeídxs, lxs parias, el “lumpen-proletariado”, en las revoluciones, han tenido una participación importante, necesaria y no pocas ocasiones contradictoria, y ha dependido en cada circunstancia, de la capacidad de ese momento revolucionario, de incorporar a la lucha revolucionaria a todas esas personas “desposeídas” y “desclasadas” que, en su accionar, han hecho suya la conciencia revolucionaria o reaccionaria.
Y te puedo nombrar numerosos ejemplos precisamente porque he sido parte de esos territorios de nadie, hasta que alguien se interesa por ellos, a los que llamáis periféricos. ¿Y por qué se les considera periféricos?, pues porque hay quienes creen ser parte del centro y conciben todo lo demás como periferia. Y es a esos lugares hacia donde se nos empuja, pero no porque perdamos dignidad, sino por una imposición política, económica, cultural, especulativa, territorial, mercantil…, y porque, ateniéndonos a una ciudad como Barcelona, el centro ha sido siempre la ciudad de los condes, de la misma manera que el raval era la de lxs apestadxs y desposeídxs, delincuentes, perseguidxs, prostitutas, disidentes, etc…
Sucede que esas familias de oligarquías y/o burguesas crecen con el acceso al poder de “familias políticas” que habían quedado excluidas del reparto inicial, y que hay que incorporarlas a medida que la ciudad crece y el centro se expande. Ya lo decía una campaña institucional, “en el barrio hay de todo…”, cuando antaño eso sólo era posible en “el centro”.
Ni antes quienes vivíamos en las periferias de ese centro original, perdíamos dignidad, ni ahora quienes hemos sido desplazados por los nuevos centros que se han creado en las antiguas periferias barriales, hemos perdido dignidad. Fuímos incómodas antes y lo somos ahora…, y es desde esas nuevas periferias desde la que organizamos nuestra rabia, no contra el centro o los centros, sino contra el poder que crea centros y periferias, y contra quienes nos consideran que, por ser parte de ellas, hemos perdido dignidad.
Tener que robar, “delinquir”, expropiar…, no es consecuencia de pérdida de dignidad. Quienes hemos conocido el encierro, sabemos que dentro de las cárceles hay demasiadas personas que están allá no porque perdieran dignidad, sino principalmente por cuestiones de clase, aun que no hayamos sido muy conscientes de ello cuando entramos.
La reciente revuelta contra la esclavitud carcelaria, no la han llevado a cabo cientos de miles de personas que perdieron la dignidad, si no personas que se han rebelado contra quienes pretendían arrebatársela. Y eso en la cárcel es algo que sucede sin sutilidades.
La cárcel es una de las periferias de este sistema, y según vuestra opinión allí las personas han perdido la dignidad.
Y como me parece que estáis un poco bastante confundidos, voy a lanzar una hipótesis. Quiero pensar que os habéis dejado seducir por las “marchas de la dignidad” que numerosas organizaciones han convocado, e identificáis la dignidad con eso que, probablemente, no solo no tiene nada que ver, sino que seguramente es todo lo contrario: manejar la dignidad de las personas, en beneficio de unos intereses políticos concretos que sólo pretenden actuar como intermediarios, para el reparto de beneficios, y “apagafuegos”. Quienes participan de esas marchas, probablemente por lo general no son personas que “hayan perdido la dignidad”, sino que personas “indignas”, manipulan y dirigen esa dignidad de las personas, hacia sus propios intereses, de la misma manera que también han manipulado las vuestras al considerar que las personas “pierden la dignidad”, si son arrastradas hacia la pobreza, la exclusión, la precariedad, la intemperie, las periferias…
¿Por qué os creéis que desde el poder se crearon las instituciones de los servicios sociales? Habría que preguntarle al educador si ha hecho trabajo de calle intentando introducir en los circuitos de las instituciones, a algunas personas que viven en las calles, o que son desalojadas de sus casas, o que estaban enganchadas a las substancias, o que vivían en los márgenes institucionales…
Aún no hace tanto que el autor daba como referencias alternativas y “autogestionadas”, en salud mental, organizaciones que no estaban autogestionadas y que tenían estrechos vínculos con las instituciones. Y con esto no pretendo señalar “obscuras intenciones” sino expresar que a veces, la “educación crítica”, por los motivos que sean, no es tan “crítica” como la pintan, y “detalles” como el que aquí expone de la “perdida de dignidad”, por señalar uno, pueden ser indicadores de esa crítica que no es tan crítica, o del adormecedor influjo de lo supuestamente “alternativo”, o de cierto “progresismo”, o de unas cuantas cuestiones más imposibles de enumerar, ni de concretar, porque al igual que decía al principio, no conozco a quien esto escribe.
Esta “posmodernidad líquida” de “pensamientos positivos”, “inclusivos” y “sostenibles” todos ellos, se va imponiendo como parte de ese totalitario pensamiento único que necesita de signos de “alternatividad”, para anular la tremenda capacidad demoledora del pensamiento crítico.
De la misma manera que la dictadura se “naturalizó” a partir de que se impusieron las formas democráticas, el descrédito en todos los sentidos del actual sistema necesita reinventarse desde las apariencias de lo alternativo, lo inclusivo, lo sostenible, lo transversal, lo crítico, etc…